Las cosas no parecen estar yendo tan bien como pregonan Alejandro Toledo y su socio Fernando Olivera.La economía muestra algunas señales optimistas, pero también hay varios indicios de que el país está ingresando en una peligrosa senda de desmanejo e ingobernabilidad que puede arruinar una perspectiva favorable.El más importante factor de riesgo en el momento actual es la posibilidad de que el país se le escape de las manos a un gobierno distraído que, en su fase final, parece regocijarse con spots publicitarios de televisión que destacan sus obras, pero que no parece prestarle atención a la ola de paros, marchas, bloqueos, desorden y violencia que se expande por todo el país.Además del paro de 200 mil agricultores y del conflicto en Pomalca, entre varios otros hechos que confluyen en estos días y que fortalecen una creciente sensación de inestabilidad, ayer se produjeron dos graves incidentes que contribuyen a socavar el clima necesario para promover la inversión privada.Uno es el ataque, saqueo e intento de linchamiento por parte de más de dos mil personas en el campamento de la minera Tintaya en el Cusco, lo cual obligó a la empresa a evacuar a sus trabajadores y a suspender sus operaciones. El otro es la nueva invasión de decenas de pobladores de Yurimaguas en un terreno aledaño al complejo turístico Puerto Pericos.En ambos casos existe, por un lado, evidente descontento de la población que se canaliza, gracias al trabajo de agitadores, en actos violentos de chantaje y extorsión. Por el otro, falta de control de las fuerzas del orden para establecer el principio de autoridad.Lo ocurrido ayer en Tintaya y en Puerto Pericos es lo que, lamentablemente, está sucediendo, desde hace mucho tiempo, en muchas partes del país. Si un escenario como este no es encarado adecuadamente, se puede convertir en una ola inmanejable que transforme el tramo final del régimen en una pesadilla que erosione la posibilidad de un traspaso de gobierno ordenado. La respuesta es policial pero también política, empezando por no actuar como el avestruz, señala el director de Perú 21, Augusto Alvarez Rodrich.