El 2005 trajo su pan bajo el brazo: el empleo formal se ha incrementado, por lo menos en los primeros cuatro meses del año, y a futuro las perspectivas son alentadoras. En números, se estima un aumento del empleo del 5% anual. Frente a esto, mal haríamos en dispararnos a los pies, como al parecer pretende el Congreso, empecinado como está en forzar a como dé lugar y con inexplicable apuro una ley general de trabajo, pese a que ese proyecto no cuenta aún con el consenso del Consejo Nacional del Trabajo. En lugar de propiciar condiciones favorables que incentiven una mayor generación de empleo, la Comisión de Trabajo parlamentaria genera lo contrario: incertidumbre en el sector. El dinamismo del mercado laboral está principalmente sustentado por los sectores textil y agroindustrial, que gozan del 'boom' en sus exportaciones a Estados Unidos, en una tendencia que debe aumentar si se logra negociar un TLC con dicho país. Hoy la mayor creación de puestos de trabajo se produce fuera de Lima, especialmente en Ica y Trujillo, resurgimiento que corre el riesgo de caer por la borda a causa de la negligencia del Congreso. Lo cierto es que si no existe claridad sobre las condiciones laborales, muchos empleadores lo pensarán dos veces antes de aumentar su planilla. Además de la incertidumbre en la fijación de nuevas reglas de juego, tampoco se puede tolerar propuestas rígidas y legislaciones regresivas y obsoletas, que ya fracasaron en el pasado, porque entonces estaremos dando la espalda a la modernidad y a las demandas de trabajo de miles de peruanos. El Parlamento tiene la palabra.