Una vez más el Gobierno cedió a las presiones. Y no estamos hablando solamente del Poder Ejecutivo, al que se suele relacionar como el único responsable del funcionamiento del aparato estatal, pues el Congreso también añadió otro desacierto a su pobre desempeño. Es así que el Gobierno (Poder Legislativo incluido) se vio nuevamente acorralado por las protestas de los trabajadores de Doe Run y de gran parte de la población de La Oroya.El resultado: 30 meses de prórroga para que la empresa cumpla con su Plan de Adecuación al Medio Ambiente (PAMA), una obligación que debió haber honrado hace bastante tiempo, pues esta no ha sido la primera postergación que ha recibido del Estado peruano. Sacando cuentas, Doe Run deberá haber culminado su PAMA en abril del 2012, época en la que el Perú tendrá otro presidente, otros ministros y otro Parlamento (esperamos que mejor preparado que el actual). Pero Doe Run seguirá siendo la misma y nada asegura que para entonces volverá a utilizar su "estrategia" para ejercer presión y obtener más prórrogas.Mientras tanto, La Oroya continuará ocupando un vergonzoso lugar entre las ciudades más contaminadas del planeta. Cuesta creer que las autoridades y la población en general respalden una operación metalúrgica que está causando un deterioro irreversible en su salud, pues su sangre lleva un alto contenido de plomo y respiran aire cargado de bióxido de azufre y arsénico. Entre tanto, los gremios representativos del sector privado no se han pronunciado con la misma fuerza con la que suelen hacerlo cuando defienden (con justa razón) sus intereses. Doe Run Perú, la filial de la minera estadounidense, ha sido "suspendida" por la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, pero creemos que su proceder merece medidas más drásticas.El Ministerio de Energía y Minas se apresta a iniciar la supervisión de la normatividad ambiental en las empresas bajo su ámbito. ¿Qué pasará si constata incumplimientos? ¿Habrá sanciones o, por el contrario, más prórrogas de plazos? El pésimo precedente que se ha creado no nos hace pensar que tendremos noticias alentadoras. Y, lo que es peor, la imagen que estamos proyectando al exterior no es precisamente la de un país que respeta su medio ambiente.