NO BASTA CON DAR UN TÍTULO DE PROPIEDAD
22 de septiembre de 2009

La solución a los problemas de las comunidades nativas sigue avanzando, pero creemos que a paso lento, puesto que no ha progresado sustancialmente el trabajo de las cuatro mesas instaladas para hacer viable el diálogo entre comuneros y autoridades. Lamentablemente, las partes no muestran voluntad para encaminarse hacia una salida rápida y adecuada.Los dirigentes de Aidesep abonan al retraso, puesto que conversan, pero no disminuyen las presiones y amenazas, mientras que los representantes del Poder Ejecutivo expresan demasiado optimismo.En medio de esta desorientación, ha surgido la propuesta de quien encuentra en la titulización de las tierras que ocupan las comunidades nativas un mecanismo para propiciar la modernización de la selva.Consideramos que la idea del Instituto Libertad y Democracia es importante, puesto que los nativos, tan peruanos como los habitantes de Lima y otras ciudades de la costa, también deben poseer documentos que acrediten la propiedad del suelo que ocupan desde tiempos inmemoriales.Sin embargo, también consideramos que los títulos de propiedad no bastarán por sí solos para que los comuneros mantengan una negociación en igualdad de condiciones con las empresas que requieran explotar recursos naturales, e incluso con las autoridades.Y es que recordamos casos de comunidades que siendo formales propietarias de terrenos, obtuvieron muy poco de empresas mineras respaldadas por grandes grupos de especialistas en legislación, ingeniería, comunicaciones, antropología y otras ciencias.En consecuencia, el Estado debe desarrollar su papel tuitivo a favor del comunero, pues es el que ostenta menos poder económico y de conocimientos en esta relación, cuyo propósito es la modernización.Paralelamente, deberá ejecutar acciones para que las instituciones se acerquen más a quienes están más lejos. En ese sentido, se impone la reforma de Cofopri, porque de otra manera los títulos que otorgue no tendrán la solidez requerida. Actuemos de una buena vez, no activemos la mecedora, pues aún está demasiado fresco el recuerdo de Bagua.

  • [Gestión,Pág. 30]
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