MINERÍA: DE LOS ENCLAVES A LA CONVIVENCIA PROVECHOSA
10 de septiembre de 2009

Durante las décadas de los setentas y ochentas trabajé en el sector minero, en los ámbitos estatal y privado, cuando la conciencia social y ambiental era mínima, casi nula. Me siento consternado al recordar la conducta indolente del empresariado de entonces. Afortunadamente, en las últimas dos décadas ello ha cambiado bastante.Ahora, del enclave que el empresario formaba para su gestión, imponiendo su poder en todo orden y cometiendo abusos, se está pasando a una situación de mayor respeto por el entorno, y con derechos y responsabilidades demarcadas más claramente entre las suyas, las de las comunidades y las del Estado.La presión social de las comunidades, la asistencia de algunas pocas entidades no gubernamentales con criterio y buena voluntad, la onda mundial para el cuidado del ambiente, y una mayor presencia del Estado, que sostenemos con la tuya con la mía, han logrado que la minería formal y moderna concilie sus intereses con los de las colectividades donde operan y con el país en general.Hoy, el empresario que pretende desarrollar un nuevo proyecto, tiene que procurar, desde un inicio, la participación de las comunidades en donde desea explorar, para demostrar que habrán resultados sociales, y económicos provechosos para todos. Tiene, también, que acreditar que los impactos ambientales negativos, que los habrá, pueden ser revertidos o mitigados.Hoy, los estudios ambientales y la "licencia social" que se exigen son claves para que un proyecto minero se concrete. Esos requerimientos no solo se derivan de las normas del Estado, sino también de los entes que financiarán el proyecto, para minimizar riesgos ulteriores. No basta la factibilidad económica y financiera, pues igualmente es necesaria la factibilidad social y ambiental.Avances notables son los Programas de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA), el manejo pertinente de las canchas de relaves, los Planes de Cierres de Minas, la fiscalización autónoma (Osinergmin), el canon y las regalías. Asimismo, hay mayores requerimientos para el buen uso de la tierra y del agua, así como para el tratamiento de los residuos de la operación minera. Y si el lugar involucra un desbosque, se debe contar con un plan de reforestación.Este cambio no ha estado exento de conflictos ni tampoco ha culminado, pero transitamos por el camino correcto. Para proseguir, el diálogo resulta indispensable para diluir los resentimientos y la desconfianza, pero serán las actividades empresariales con las que se logrará un desarrollo integral sostenible en cada yacimiento, para que el lugar tenga una vida propia más allá de la vida de la mina, señala el analista económico, Ricardo Valcárcel.

  • [Gestión,Pág. 30]
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