LÁSTIMA, EL CONGRESO PERDIÓ MAJESTUOSIDAD
17 de septiembre de 2009

Ricardo Pando, Rosario Sasieta y Nancy Obregón tienen mucho en común: son congresistas, representantes de la Nación, pero además protagonistas de escándalos en las últimas dos semanas, justo después de que el Poder Legislativo aprobara incrementar el número de parlamentarios. Dicho sea de paso, esta decisión ha menoscabado aún más la pobre imagen que tiene la ciudadanía del Congreso, como demuestra la encuesta difundida ayer por la Universidad de Lima, que da cuenta de que el 82.6% está en contra de la medida. Pero, ahora da la impresión de que lo anterior no era suficiente para acabar con el prestigio parlamentario, puesto que los escándalos, que en el caso de Nancy Obregón rayan con el delito, han contribuido a que la aprobación del Congreso sea la más baja de mucho tiempo. Según el mismo sondeo, el 78.5% desaprueba la gestión de los llamados padres de la Patria, lo que quiere decir que ocho de cada diez peruanos están en contra de su trabajo, y cansados de sus alborotos. Si hace dos semanas el Congreso buscaba recomponer su relación con la población al aprobar una mayor representación democrática para pueblos del interior del país, en este momento no le queda más remedio que admitir que ha perdido mayor credibilidad, y por mérito de los propios congresistas, pero no solo de Pando, Sasieta y Obregón, sino de todos. Parece que no se percataran de que las excusas que utilizan para explicar la conducta de sus colegas terminan siendo el saco que los envuelve en conjunto, pues la población los juzga a todos como cómplices. A eso se debe añadir el silencio de la Mesa Directiva. Si seguimos transitando la misma senda, esta descomposición política se ahondará y nos conducirá, irremediablemente, a repetir los mismos vicios, puesto que en el 2011 podría candidatear gente que siga pensando que llegar al Parlamento es la forma más fácil de ganar influencias y dinero. En consecuencia, se abre la posibilidad de tener un nuevo carnaval electoral. Lo lamentable es que se sigue abonando a favor de quienes intentan encontrar la justificación para menospreciar la labor de un Congreso que cada vez se aleja más de la majestuosidad que lució en el pasado.