Estamos a puertas de un conflicto armado gestado por el narcotráfico en los valles cocaleros. Ésa es la alarmante conclusión a la que ha llegado el sociólogo Jaime Antezana, tras una larga investigación llevada a cabo en los valles del Alto Huallaga y el río Apurímac.Una difícil situación que ha encontrado su caldo de cultivo en la desunión entre los dirigentes cocaleros, que ha dejado a sus bases sin una representación sólida, en la falta de una acción contundente de parte del Estado, y en el belicista lema "coca o muerte".A continuación los evidentes signos de que ya se inició un proceso de resistencia armada, basado en una silenciosa alianza entre los agricultores cocaleros y el narcotráfico, y agravada por los intentos de Sendero Luminoso de aparecer como su aliado.