Hace tres semanas, en otro artículo de esta misma columna, sobre la renegociación del contrato de Camisea, se urgía la restitución del concepto original de que el uso fundamental del gas natural es para el mercado peruano, y que se debía garantizar la demanda calculada de los siguientes 20 años en forma dinámica, mediante revisiones anuales, y no estática de solo los primeros 20 años, como se varió de mala manera para los intereses del país.El anuncio efectuado recientemente por el Ministerio de Energía y Minas, sobre las negociaciones habidas con los empresarios, queda muy lejos de tal objetivo, pues ni siquiera se asegura la oferta de gas para los primeros 20 años. Tal cobertura se deja al azar del descubrimiento de una mayor cantidad comercial de gas. Contrariamente, la renegociación asegura la exportación de gas con candados legales adicionales, que obstaculizarán cualquier revisión posterior. Ello es delicado. Se debe insistir ahora en una renegociación más equilibrada. Los empresarios de Camisea y Perú LNG deben tener claro que sus propios intereses serán mejor protegidos si flexibilizan su posición. Caso contrario, cambios de gobierno, presiones regionales y otras sociales, podrían malograr sus operaciones y proyectos. El Gobierno peruano, que sostenemos con la tuya y con la mía, debe mostrarse política y legalmente más tenaz en este asunto, pues compromete la seguridad energética del país. No hay excusas para ejercer el imperio de la ley. Por lo demás, hay una racionalidad geopolítica adicional para hacerlo, pues estamos rodeados por países que han ido por caminos desbocados para controlar sus recursos de energía. El Perú también debe lograrlo, pero dentro de los cauces democráticos y de seguridad para los inversionistas.Debe tenerse en cuenta que, de no conseguirse un mejor resultado para los peruanos en la renegociación de Camisea, se estaría suministrando un arma poderosa a quienes desean vincular al país con el chavismo en las próximas elecciones regionales, municipales y nacionales.El ministro de Energía y Minas, Pedro Sánchez, podrá ser un buen técnico, pero el cargo es primordialmente político y él no cumple tal requisito. Los problemas que tiene que afrontar necesitan ser tratados con esa doble característica, técnica y política, como son los casos de Camisea, Doe Run, la modernización de Petroperú, la semiparalización de Perupetro con los "petroaudios", y los conflictos sociales en varias operaciones y proyectos mineros, por citar los principales. Con Camisea, el Perú se juega mucho más que su seguridad energética, está arriesgando su futuro económico y social, señala el analista económico, Ricardo Valcárcel.