La industria textil y de confecciones ha sido una de las más afectadas por la crisis económica: su producción está en declive y sus ventas al exterior se han contraído. Su efecto multiplicador y encadenamiento con otras actividades, así como su grado de generación de empleo, la convierten en una industria de gran relevancia para la economía peruana. Sin embargo, no es un sector cohesionado ni uniforme. Tampoco existen objetivos comunes ni intereses compartidos entre las empresas que lo conforman.Prueba de ello es la controversia surgida con la importación de hilados procedentes de India, que fue causa de un pedido de aplicación de salvaguardias tramitado por la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) ante el Indecopi. Los confeccionistas de Gamarra, que utilizan el insumo en cuestión, no tardaron en oponerse a dicha solicitud. Ambas partes recurrieron a argumentos apocalípticos para defender sus posiciones y predijeron que si la decisión era contraria a sus intereses, prácticamente se acercaría el fin de la industria textil. Al final, la comisión multisectorial decidió que no se aplicarían salvaguardias "por falta de información", pese a que Indecopi recomendó lo contrario (sus informes no son vinculantes).Lo cierto es que el sector textil ha sorteado obstáculos más graves y ha logrado mantenerse como uno de los pilares del crecimiento del PBI. Más de US$ 1,000 millones en inversiones avalan además su notable potencial. El reto de la industria textil peruana es no importar insumos baratos, sino acostumbrar al consumidor a adquirir productos de calidad y aprovechar el posicionamiento del algodón nacional como superior para fortalecer sus ventas. También es importante que las empresas escojan mejor a sus clientes en el exterior y se eviten los problemas de pagos como ha ocurrido con las exportaciones de textiles a Venezuela. Se trata entonces de mejorar la competitividad y no de recurrir al proteccionismo pero, al mismo tiempo, que el Indecopi refuerce su labor para evitar precios dumping y competencia desleal, con investigaciones más rápidas. Además, ¿qué está haciendo el Gobierno por la competitividad de la industria textil? De momento, la respuesta no es del todo clara.