Si pensábamos que, luego de Bagua -así como de los intentos de bloqueo que le siguieron en Andahuaylas y en otros lugares-, el gobierno había aprendido la lección, nos equivocamos. Lo ocurrido este fin de semana ha puesto nuevamente al descubierto la incapacidad del Estado al prevenir conflictos para, luego, tratar apuradamente de darles alguna solución inadecuada cuando estos terminan explotándole en la cara.Desde el "Moqueguazo’ ha sido evidente la deficiencia del gobierno en identificar temprano probables focos de problemas. Incluso cuando los logra reconocer, no tiene ninguna capacidad para actuar. Por tanto, es innegable que el manejo de la solución de conflictos es un verdadero desastre. El incidente en Paucartambo fácilmente pudo haber terminado en otra sangrienta desgracia a pesar de que las preocupaciones de la comunidad eran perfectamente manejables. Sin embargo, el acta que firmaron para liberar a los policías retenidos es una catástrofe ya que, sin duda, va a alentar a los más radicales a bloquear y secuestrar como la forma más segura de lograr que atiendan sus demandas. A este paso, vamos camino a repetir ese extenso periodo de desgobierno que le siguió al "Arequipazo’ que tanto nos costó en inversión y crecimiento.Aunque es justo reconocer que, en esta ocasión, el gobierno ha demostrado reflejos al enmendarle la plana al viceministro del Interior, quien habría sido el culpable. Por ello, el gobierno debe, con carácter de urgencia, desarrollar la capacidad para resolver conflictos. Pero, como es una especialidad que no se adquiere de la noche a la mañana, lo lógico sería tercerizar las funciones en vez de probar partidarios. En realidad, hay suficientes cargos en el Estado para repartir a "compañeros’ sin poner en riesgo la estabilidad del país al nombrarlos en puestos para los cuales no están capacitados. Más bien, existen innumerables entidades que pueden realizar esa labor y dedicarse a desactivar potenciales problemas incluso antes de que sean públicamente conocidos. Esto último es fundamental porque cuanto más temprano se solucionan los conflictos, menos se afecta la confianza y la expectativa empresarial, en momentos en los cuales es vital volver a generar entusiasmo para la inversión. Y esto requiere dar la impresión de que el gobierno tiene todo bajo control, señala el director de Perú 21, Fritz Du Bois.