La Oroya se convirtió en centro metalúrgico cuando la empresa Cerro de Pasco Cooper Corporation inició sus operaciones como complejo de fundición de metales. Los trabajadores, en su mayoría, venidos de otros lugares de la región Junín, se asentaron con sus familias. Desde entonces, la vida y la economía de la población gira en torno a las necesidades de esta gran fundición que, no obstante, es responsable de la contaminación por plomo, arsénico, dióxido de azufre y otros metales pesados que emite diariamente al medio ambiente, a través de una enorme chimenea que se yergue en plena ciudad.No obstante, en La Oroya sus pobladores no se aventuran a hablar mal de su ciudad y del complejo metalúrgico a sabiendas de que los bebes nacen con altos índices de contenido de plomo en la sangre y que todos -niños, adultos y ancianos- tienen la sangre contaminada con metales pesados, en índices muy por encima de los que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).