El aparente estado de guerra que varios medios de comunicación intentaron mostrar a la opinión pública se transformó en una alegre bienvenida. Los mil aguarunas que supuestamente estaban listos para enfrentarse con la policía recibieron con cantos, bailes y comida a la delegación enviada por el Gobierno para buscar la liberación de un comunicador y su guía, quienes permanecieron varios días retenidos por esa etnia. "Es que lo único que querían los nativos de Condorcanqui era ser escuchados", dijo Antonio Mañán, presidente de la Organización de las Comunidades Indígenas de Alto Comaynas, quien participó en el diálogo. La reunión entre la delegación y los líderes aguarunas duró solo tres horas. Al finalizar las conversaciones, Luis Peña y su guía Eduardo Arroyo fueron puestos en libertad con el compromiso de que viajen a Lima y muestren en qué condiciones han encontrado los pueblos donde habitan los aguarunas.