Es muy alentador que la recaudación tributaria se haya incrementado en 47,6% en el pasado mes de abril, principalmente como reflejo del aumento de la actividad económica y de mejoras en la administración tributaria. En este escenario, resaltan las mayores utilidades de las empresas, especialmente las mineras, lo que ha generado un salto del 82% en los ingresos por Impuesto a la Renta con respecto del año anterior. Por otro lado, el IGV también se incrementa, aunque solo en 4,4%, lo cual debe verse como una advertencia de que un aumento espectacular en la recaudación no puede atribuirse genéricamente a todos los impuestos, sino solo a algunos. Más aun, el carácter excepcional de parte de estos ingresos debe llevar al Gobierno a actuar con suma prudencia y responsabilidad. Tal atingencia resulta bastante oportuna, sobre todo en un año preelectoral: no debe aumentarse el gasto corriente de modo permanente, mucho menos si es financiado con recursos fiscales que aún no son sostenibles a futuro. Recordemos, al respecto, que el ITF tiene vigencia solo hasta fin del año 2006 y que el aumento en las tasas --tanto del IGV a 19% como del Impuesto a la Renta a 33%-- se anunció como temporal. Asimismo, si bien todos esperamos que se mantengan los altos niveles en los precios de los productos mineros (principal componente de la alta recaudación), lamentablemente no se puede asegurar que sea así. Por todo ello es fundamental que utilicemos este período de bonanza fiscal para ahorrar, por ejemplo aumentando el Fondo de Estabilización Fiscal con los ingresos excepcionales que se generen. Luego, tan importante como eso, es aprovechar esta circunstancia positiva para afrontar urgentes reformas adicionales en la administración y política tributarias. Por ejemplo, aquellas que permitan ampliar la base de contribuyentes, a fin de que la recaudación fiscal sea equitativa, adecuada y sostenible, y que no recaiga solamente en unos pocos, como hasta ahora.