En las últimas dos semanas la distribuidora de gas natural Cálidda ha sosteniendo un duro enfrentamiento mediático con la generadora eléctrica Kallpa, con el Ministerio de Energía y Minas (MEM) como mediador. Ambas empresas han indicado que se están alterando las reglas de juego para sus inversiones y amenazan incluso con llevar al Gobierno al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones si no los protege. El origen del problema se remonta al 2005. Kallpa (del grupo judío Inkia) y Enersur (de la franco-belga GDF Suez) solicitaron a Cálidda el abastecimiento de gas natural para las plantas eléctricas que construyeron en Chilca, a 60 kilómetros de Lima. Por este distrito cruza la tubería de gas natural de Transportadora de Gas del Perú (TGP) y correspondía a Cálidda construir tuberías cortas para abastecer a ambas plantas. Sin embargo, ese año Cálidda envió una carta al MEM indicando que no era rentable realizar esta inversión por lo que autorizó a las generadoras a conectarse a la tubería de TGP, cargando ambas con este gasto cercano a los US$24 millones. Por ello, Kallpa y Enersur nunca pagaron los costos de distribución del gas.