¿GAS PERUANO PARA CHILE?
9 de mayo de 2005

Ante los problemas de suministro de gas natural desde Argentina, las empresas generadoras del norte de Chile estudian un proyecto de gasoducto desde el Perú. Este posee grandes reservas de gas que están en proceso de desarrollo, y el mercado del norte chileno, aunque pequeño, es atractivo.Para los generadores del norte --que difícilmente se beneficiarían del proyecto de la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) para importar gas natural líquido al centro del país--, el combustible peruano aparece como la mejor opción actual ante los problemas del gas argentino. Sin embargo, ese proyecto requiere inversiones importantes y el gas solo estaría disponible en varios años más. Lamentablemente, a estas dificultades técnicas resulta inevitable agregar la desconfianza con que parece prudente considerar nuestra dependencia energética de los países vecinos. La experiencia con Argentina no puede ser olvidada. El Perú ha acogido importantes inversiones chilenas y, en lo formal, les había otorgado un tratamiento no discriminatorio --Aunque ahora el Congreso peruano pretende prohibir las inversiones chilenas y ecuatorianas en puertos y aeropuertos--, pero es un hecho que impera en ese país una fuerte sensibilidad antichilena, que ha entorpecido o impedido diversas iniciativas de común interés. Las restricciones peruanas a las inversiones chilenas en sus puertos contrastan con la ausencia de restricciones para que inversionistas peruanos administren los nuestros. Y es elocuente el reciente episodio de un video exhibido por Lan Perú en sus aeronaves --con notorio mal criterio, por cierto--, y la sobrerreacción que eso ha provocado en las autoridades peruanas, que lo estimaron lesivo para la imagen de su país. Ese incidente, que ha derivado en una indeseable tensión diplomática, confirma los riesgos que enfrenta la inversión chilena. En semejante marco, no resulta excesivo imaginar que del mismo modo como los argentinos han demostrado ser proveedores no confiables, violando las condiciones de un protocolo bilateral, algún futuro gobierno peruano eventualmente decidiera cortar, por razones políticas, el suministro de gas a nuestro país. No obstante todo lo anterior, estas prevenciones deben matizarse con las numerosas ventajas que también tiene la idea de un gasoducto desde el Perú. Las centrales de ciclo combinado del norte chileno no tienen muchas otras opciones, ya que su operación con combustibles alternativos, como el diésel, es demasiado cara para ser competitiva en el mediano plazo. Disponer de más de un proveedor es siempre deseable, ya que reduce el poder monopólico del proveedor inicial, en este caso Argentina. Además, el Perú se beneficiaría con los ingresos provenientes de la venta de gas, y esto podría ayudar a crear mayores lazos bilaterales. No se puede descartar que el gasoducto al Perú se conecte con los gasoductos chilenos al norte de Argentina. Esto permitiría exportar gas peruano a Argentina, lo que aliviaría el desabastecimiento en ese país y, en canje, tal vez aumentaría el suministro a la zona central de Chile. Se trata de un proyecto atractivo, que lo sería aún más de no mediar el riesgo político que enfrentan nuestras inversiones estratégicas en los países vecinos. Por desgracia, una vez más, el bienestar y el desarrollo de los pueblos resultan así postergados ante un añejo pero real problema latinoamericano.(Editorial "El Mercurio" de Chile).