Justo cuando en Quito colapsaba la presidencia de Lucio Gutiérrez y en Lima se negociaba el Tratado de Libre Comercio, en la habitación 702 del Hotel Plaza del Bosque de San Isidro ocurría un desbande de proporciones protagonizado por cinco diputados ecuatorianos, con todos los componentes del 'combo ideal' (alcohol-sexo-política-TLC) para convertirse en un tremendo escándalo periodístico.En medio de los aires patrioteros que corren hoy en día, un observador 'nacionalista' podría estar tentado de concluir que la 'buena noticia' de este bochornoso incidente es que parece que hay un Parlamento de la región que es peor que el peruano.Pero la verdad es que no se puede 'cantar victoria' tan fácilmente, pues algunos de nuestros congresistas han hecho méritos suficientes para competir con ventaja en el campeonato de la vergüenza.Es interesante -y al mismo tiempo preocupante- observar más de una similitud en la evolución del desprestigio de los políticos de ambos países. Un diputado ecuatoriano que fue entrevistado por RPP el día de la caída de Gutiérrez, comentó sobre la mala reputación del Congreso ecuatoriano y sobre la imperiosa necesidad de avanzar en "asuntos pendientes desde hace tanto tiempo" como -dijo- la designación del defensor del pueblo y la reforma constitucional.Llama la atención el parecido que tiene con el Perú el status de ambas tareas pendientes. Curiosamente, tanto la economía peruana como la ecuatoriana están creciendo -en parte por una tendencia internacional que ayuda mucho-, pero el amplio descontento de las poblaciones de ambos países con el funcionamiento de sus respectivas democracias tiene una explicación que es muy similar.En este sentido, aunque la fragmentación política ecuatoriana es más grave que la peruana, la desconexión que muestran sus actores es tan grave como la que existe en el Perú.Una razón fundamental para explicarlo es el desempeño personal de muchos políticos. No nos sorprendamos, por ello, si un día nos encontramos en el Perú con un desenlace como el que tuvieron Gutiérrez, Jamil Mahuad o Abdalá Bucaram en Ecuador, señala el director de Perú 21, Augusto Alvarez Rodrich.