SIN LUNA DE MIEL
12 de julio de 2009

Cuando uno está extraviado en el bosque, hay dos maneras de salir. Una, la lógica, es regresar por el camino que se tomó para tratar de retomar la ruta correcta. La otra es seguir irresponsablemente, entrando en la profundidad del bosque con la esperanza de encontrar -sin saber cómo- el sendero adecuado.Cuando era evidente para tirios y troyanos que lo que requería el Gobierno en estos momentos era un independiente a cargo del gabinete, con credibilidad y capacidad de convocatoria, se ha optado por hacer exactamente lo contrario. En lugar de llegar a la claridad de la llanura y de convocar abiertamente al mejor talento en la sociedad, se ha decidido cerrarse en la protección del partido, en la comodidad de lo conocido.No tengo duda de que es un error la designación de Javier Velásquez Quesquén como premier, ya que no hay ningún indicio en su comportamiento en el Congreso que permita abrigar la esperanza de que lo pueda hacer bien. El cargo de primer ministro requiere de experiencia ejecutiva y ascendencia para poder dirigir a un vasto y burocrático aparato. Lamentablemente, en momentos de crisis para el partido oficialista parece que pesa más la disciplina del "compañero’ que la capacidad de liderazgo. En todo caso, el presidente tomó su decisión y ya cometió la equivocación, por lo que no queda sino tratar de lograr que el daño para el país sea el menor.Es claro que lo que nuestro país está empezando a sufrir es una crisis de expectativas. Hemos pasado del optimismo desbordante que teníamos hace unos nueve meses a una creciente desconfianza, que está siendo magnificada por los sucesos de las últimas semanas. El Gobierno tiene que tratar de revertir esta tendencia para recobrar el entusiasmo del inversionista y del ciudadano. Usualmente, la luna de miel de un nuevo gabinete ayuda a generar esperanza en la población, se cree que las cosas mejorarán. Sin embargo, en este caso, por los actores involucrados, se ha perdido esa oportunidad. No obstante, esto se puede recuperar con un planteamiento coherente cuando el nuevo gabinete se presente al Congreso con su plan de trabajo. Allí se podría revertir la falta de entusiasmo que han despertado, presentando medidas concretas para mejorar la competitividad, para hacer más eficientes los programas sociales, para mejorar la calidad del gasto, para promover mayores inversiones, entre otros. Asimismo, podrían aprovechar que, tanto el nuevo ministro de Justicia, como el presidente de la Suprema dicen ser reformistas para tratar de iniciar, finalmente, la reforma del Poder Judicial. Lo cual podría ir de la mano con la aparente intención del ministro del Interior por acercar la Policía a los vecindarios y al ciudadano. De esa manera, la justicia y la seguridad, que estaban abandonadas y que han sufrido un marcado deterioro en los últimos años, puedan empezar a figurar por primera vez en la agenda de cosas con posibilidad de mejorar. Con lo que ya habrían dado un gran paso en el camino a ser reivindicados, señala el director de Perú 21, Fritz Du Bois.(Edición domingo).