Fernando Olivera regresó ayer de España y bien se podría decir que lo hizo "con la pierna en alto". Para empezar agredió por la mañana a una reportera radial y al mediodía se dio el lujo de darle clases de ética y moral a la Iglesia Católica, a la cual exigió "decir la verdad" y "respetar el octavo mandamiento" en el caso de las cartas falsas enviadas al Vaticano, en el cual está implicado."Aquí se quiere confundir a la opinión pública con coartadas, por eso pido como ciudadano, a todos los ciudadanos del Perú, que digan la verdad y como hombre de fe, le pido a quienes tienen una responsabilidad dentro de la Iglesia que recuerden el octavo mandamiento; no mentir ni levantar falso testimonio", indicó. En ese sentido, el embajador justificó su inasistencia al careo con el obispo de Puno, Jorge Carrión, afirmando que sus múltiples obligaciones en España se lo impedían, pero que en todo caso “su verdad” ya ha sido dicha ante las autoridades judiciales.Refiriéndose a la reportera radial que agredió en las afueras de la casa de su hija, en San Isidro, Olivera Vega pidió disculpas al respecto, sin embargo, se quejó de haber sido acosado por la prensa, por lo que pidió que este incidente lleve al periodismo a reflexionar sobre su labor.