Los países latinoamericanos han empezado a anunciar cifras negativas sobre su evolución en los primeros tres meses del año, unos más golpeados que otros, por la crisis mundial.En una caída mayor a la esperada, México reportó que su economía se contrajo 8.2% en el primer trimestre, situación que hace recordar el efecto tequila en la década pasada. Aunque se esperaba una contracción, dado su estrecho vinculo con la economía estadounidense, la cifra ha llevado a que se rebaje el pronóstico anual a una caída de hasta 5.5%. En los próximos tres meses la situación incluso podría ser peor, dado que en él se reflejará el impacto económico de la gripe A H1N1.En tanto, en Brasil, que reportará a principios de junio las cifras oficiales de la evolución de su PBI en los primeros tres meses del año, ya se da por descontado una caída, con lo que se concretaría una recesión técnica. En el último trimestre del 2008, el PBI del gigante sudamericano ya había sufrido una caída de 3.6%.Mientras que en Chile se reportó una cifra negativa de 2.1% para los primeros tres meses del año, con lo que prácticamente ya estaría en recesión, según advierten analistas. Venezuela apenas creció 0.3% en los primeros tres meses, aunque con una fuerte contracción de su importante actividad petrolera.Nuestro país, por su parte, se destaca entre sus pares latinoamericanos al registrar aún una expansión, aunque menor a la registrada en meses anteriores. No obstante, lo rescatable es que el FMI aún percibe que la región será una de las primeras en salir de la crisis mundial, pese al impacto que hasta ahora evidencia. La crisis ha servido como una prueba de estrés para las economías de la región, y las que sobresalgan al final de ella habrán demostrado un cierto nivel de solidez que puede permitir avizorar una mejor performance en años posteriores y, por tanto, ser capaces de atraer mayores inversiones.En ese sentido, esperemos que no sean equivocadas las señales que apuntan a un freno de la recesión mundial, dado que ello será necesario para que la región pueda empezar a recuperarse. En tanto se mantenga el riesgo de que se prolongue la turbulencia, se podrían complicar las perspectivas para Latinoamérica, por lo que no hay que bajar la guardia frente a la crisis.