"¿En qué cambió o qué ganó Ilave con el asesinato de Cirilo Fernando? ¡Dígamelo ahora!", exige entre sollozos Marina Cutipa, la viuda del finado alcalde de Ilave. "¿Dónde están las pruebas de corrupción?", pregunta una vez más con la voz ahogada por el dolor durante una romería en memoria de su esposo. La respuesta a esta última interrogante es dramática y se da a conocer cuando, mañana, precisamente, se cumple un año del cruel asesinato de Cirilo Fernando Robles Callomamani a manos de pobladores descontrolados por el alcohol y que lo acusaban de actos de corrupción.Al final, la verdad proclamada a los cuatro vientos por su viuda salió a la luz: dos informes de la Contraloría General de la República exculpan a la fenecida autoridad de haberse beneficiado con el dinero de su comuna. Dichas acciones de control, dispuestas por el contralor Genaro Matute, alcanzan el período enero del 2003 a julio del 2004 y están relacionadas con los contratos de revestimiento de "pasos y contrapasos de mármol reconstituido color blanco de la quinta etapa del complejo municipal", y del "asfaltado del primer tramo de la carretera Ilave-Mazocruz", esta última valorizada en 240.000 soles. En el primer caso la contraloría encontró un perjuicio económico para el Estado por 34.987,50 soles, aunque la responsabilidad de dicha obra se remonta a la administración de una anterior autoridad edilicia.En el segundo caso, la auditoría reveló que el perjuicio es por 58.808,58 soles y que si bien este se cometió durante la gestión de Robles Callomamani, no se han encontrado indicios de que el desaparecido alcalde haya tenido responsabilidad en la paralización de la obra de la carretera Ilave-Mazocruz y, por tanto, en la pérdida de dicha suma por la inversión realizada. Mediante estos informes se confirma que la turba de enardecidos aimaras ilaveños, que asesinó a Robles Callomamani, achacó injustamente responsabilidad a su entonces alcalde en estas irregularidades.