En Huepetuhe, un pueblo de muy difícil acceso en la todavía enmarañada selva de Madre de Dios, se cumple con amarga exactitud lo que dijera Raimondi del Perú: "es un mendigo sentado en un banco de oro". Tanto lo es que el oro extraído informalmente oscila cada año entre US$ 250 millones y US$300 millones. Pero nada de esta riqueza ha mejorado la vida de sus 10 mil habitantes. Como el mercurio que los envenena, se ha ido a otros bolsillos y solo les ha dejado una tierra de muerte. Hay tres formas de entender lo que pasa en Huepetuhe.