NI TAN CERCA NI TAN LEJOS
21 de abril de 2005

En términos absolutamente legalistas, no se puede tildar de golpe de Estado lo ocurrido en Ecuador, ya que se ha respetado en principio el criterio de sucesión constitucional, pero lo cierto es que el presidente Lucio Gutiérrez ha salido del poder en contra de su voluntad, sin expresar renuncia al cargo, obligado por la movilización callejera y el explícito retiro del respaldo de las Fuerzas Armadas (que se puede traducir en "te vas o te botamos"), lo cual configura una interrupción irregular del orden democrático en el vecino país. En ese sentido, por más que las razones de la protesta pudieran convocar simpatía, en la medida que surgían en contra de un ataque del gobierno a la independencia del Poder Judicial, lo sucedido en Quito siembra nuevamente una luz roja de alarma en la región. No es extrapolable la situación al Perú, por ahora. Aquí, los sectores populares, en su gran mayoría, mantienen una lógica distinta a los sectores marginados del Ecuador, no porque tengan menores niveles de pobreza, sino porque provienen de una lógica emergente que los conduce no a la disidencia sino a la resistencia constructiva.El riesgo estriba, sí, en los sectores organizados, muchos de ellos altamente politizados, y en el sector subproletario por llamarlo así- que en una situación de particular zozobra política y un paréntesis de mayor desgobierno que el que actualmente existe, podría desembocar en un desborde como el que ha afectado a países como Bolivia, Argentina y ahora Ecuador. No estamos al borde de una situación como la ecuatoriana, pero una conjunción de hechos equívocos sí nos podría conducir a algo semejante en sus consecuencias: crisis de gobernabilidad y salida del Presidente como único modo de atemperar el impasse. Y dadas las conocidas carencias reactivas del régimen, no podemos asegurar que eso sea algo muy improbable. La conclusión es que si bien el Perú transita por una carretera distinta a la de Ecuador y Bolivia, un descuido nos podría llevar allí y hacernos regresionar en todos los ámbitos, tanto en el político, por cierto, como en el económico y en el social, sentando un precedente y una pauta de difícil erradicación futura, señala el director del diario La Primera, Juan Carlos Tafur.