Por: Monseñor Pedro Barreto Jimeno La vergüenza nacional, que es la grave contaminación de La Oroya, va a continuar, porque se va a salvar a una empresa que faltó a sus compromisos ambientales y no cumple con su PAMA. Es preocupante que se anteponga el aspecto económico antes que los derechos de los pobladores, principalmente niños, que tendrán que continuar soportando la contaminación. Una vez más se demuestra que la persona humana está al servicio de la economía y no al revés.