CUANDO EL OBJETIVO DE LA POLÍTICA ES LA EDUCACIÓN
30 de marzo de 2009

Uno de los actores más importantes para elevar la calidad de la educación es el maestro. De allí la importancia de que el Gobierno haya decidido incrementar considerablemente sus sueldos, lo que redundará no solo en el mejoramiento de sus economías familiares, sino principalmente en la dignificación de quienes son piezas claves en cualquier proceso de cambio en el magisterio. Estamos, sin duda, ante una medida largamente postergada. En realidad, desde el primer gobierno del presidente Belaunde, no ha habido un reajuste como el que acaba de aprobarse. Hoy, la situación puede cambiar si se dispone de los recursos necesarios, en concordancia con una política salarial que no debe interrumpirse. Es una buena noticia que se cuente con S/.100 millones para atender las obligaciones de este año, pero para el próximo se necesitarían S/.250 millones que deben garantizarse. Es un acierto que el ministro José Antonio Chang, el verdadero artífice del profundo cambio que se está dando en Educación, no haya cejado en el esfuerzo de integrar a los maestros —tanto a los nuevos, como a los que se regían por la antigua Ley del Profesorado— a la carrera pública magisterial (CPM), normativa que ahora permite concretar incrementos salariales con base en la evaluación de los méritos y la capacitación de los docentes. Este año se incorporarían a la CPM 20 mil y de aquí al 2017 unos 300 mil profesores de las tres áreas laborales del magisterio: la pedagógica, la dirección de instituciones educativas y la investigación; es decir, un reconocimiento a todos los involucrados en el proceso enseñanza-aprendizaje. Un segundo logro es que, como prometió el ministro, se haya cumplido con las capacitaciones que no han traído consigo una ola de despidos ni tampoco la privatización de la educación pública, como aseguraron algunas aves de mal agüero. Todo lo contrario, después del ensayo del 2007 en que muchos maestros salieron desaprobados, las evaluaciones han sido mejores en los últimos cursos impartidos por el Ministerio de Educación. Esto estaría revelando, asimismo, un positivo cambio de actitud en muchos docentes que debe ser alentado e incluso distinguido para destacar a aquellos profesionales con mística que quieren perfeccionarse para beneficio de los alumnos y de ellos mismos. Y, sobre todo, resaltar a esos profesores que pese a sus exiguos recursos mueven cielo y tierra para capacitarse permanentemente y por su cuenta, porque tienen vocación y quieren ser parte de la solución del problema de la educación peruana. Además, todo indicaría que después de la situación tensa vivida en los últimos dos años, la relación del Ministerio de Educación con el Sutep se ha distendido. El país espera que ese clima positivo se mantenga para consolidar un binomio que está llamado a trabajar codo a codo para devolver a la educación peruana calidad acorde con las exigencias de la globalización y las nuevas tecnologías. Y es que, como suele repetir el maestro Luis Jaime Cisneros -en reflexiones que ayer publicó nuestro suplemento El Dominical-: "El primer objetivo de la política es la educación; el segundo objetivo, la educación; y el tercero, la educación". No olvidemos, pues, que la educación, junto con la salud, la seguridad y la justicia, forman la base de la calidad de vida. Si una de ellas está ausente, el subdesarrollo, la dramática exclusión social y la desigualdad seguirán reinando en el país.