"El Gobierno tiene todo el derecho de intervenir para un adecuado funcionamiento del mercado y lo seguirá haciendo mientras vea que no existen las condiciones para que este objetivo se cumpla". Así se expresó la ministra de la Producción, Elena Conterno, en el contexto de un debate, acerca de por qué no se reducen los precios de algunos alimentos a niveles compatibles con la caída de los precios de sus insumos internacionales.En una economía de libre mercado es este el que fija los precios a través de la oferta y la demanda. Y si existen fallas en el mercado, "el Estado tiene que intervenir con medidas de promoción, de regulación y de información", como ha subrayado la propia ministra Conterno.En la medida en que el Gobierno reafirme la legislación vigente, es decir los mecanismos de mercado, sin intervencionismo, todo está bien. Pero si va por el camino de las advertencias o amenazas que se iniciaron con el primer ministro Yehude Simon y que continúan con el ministro de Agricultura, quien ayer incluso indicó el porcentaje en que debía bajar el precio de la leche recombinada, entonces se están dando malas señales al consumidor, al crearle falsas expectativas acerca de un control de precios que lo favorezca. Gestión está a favor de una economía de libre mercado. Pero como lo hemos venido sosteniendo en estos últimos meses, las empresas tienen que actuar con simetría. Así como suben sus precios cuando se encarecen sus insumos, de la misma manera los consumidores tienen derecho a beneficiarse con las rebajas de estos, pero respetando el libre juego de la oferta y la demanda, salvo cuando haya abuso de posición de dominio o concertación de precios. De otro lado, el marco regulatorio vigente le confiere un rol importante al Indecopi para evitar justamente el abuso de posición de dominio de empresas monopólicas, la concertación de precios y el dumping, pero es sabido que sus investigaciones suelen ser prolongadas (como el caso del aceite). La acción de Indecopi debe ser permanente y oportuna para evitar que la falta de información sea una traba al libre mercado. Para ello, necesita (como lo hemos señalado anteriormente en esta misma columna) recursos (financieros y humanos) y mayor autonomía. Ello será preferible frente a cualquier atisbo de retornar a políticas intervencionistas ya fracasadas. A no ser que todavía no se haya aprendido la lección del pasado.