El triunfo del presidente Hugo Chávez en el referéndum del último domingo puede ser, como señalan los analistas, una derrota amarga, aunque no definitiva para Venezuela. Y es que si bien el 54,4% de los electores votó a favor de la enmienda constitucional -que entre otros cargos electos permitiría la reelección presidencial por tiempo ilimitado-, 45,6% lo hizo contra la fórmula, mientras un representativo 33% se abstuvo y no asistió a las urnas.Estas estimaciones son, sin duda, indicativas de que Chávez no las tiene todas consigo y que muchos de sus compatriotas ya se cansaron de su discurso y aspiraciones dictatoriales disfrazadas de un populismo trasnochado. Así lo ratifica además el hecho de que la diferencia entre el Sí y el No se ha acortado respecto de otras elecciones, sin contar con las denuncias de manipulación, amedrentamiento y represión en el sufragio. Y es que más allá de los resultados "oficiales", la escasa transparencia del chavismo hace dudoso cualquier estimado estadístico de los organismos electorales sojuzgados hoy al dictatorial gobierno.El tiempo dirá si la oposición logra aglutinar votos suficientes para que, llegado el caso, Chávez no pueda reelegirse. O si consigue unificarse para hallar un líder que enfrente a quien pretende entronizarse en el poder, en contra de los principios básicos de alternancia en el poder inherente a toda democracia.El Perú, que ha sufrido los afanes reeleccionistas del fujimorato, conoce en carne propia la corrupción que estos sistemas suelen traer aparejados, peor aún cuando se trata de perennizar un modelo retrógrado, capaz de los atropellos más atroces contra los derechos humanos, y basado en un caudillismo de viejo cuño que se ha exportado a otros países, con las amenazas que eso implica para la seguridad regional.Por eso, fuera del jolgorio y la verborrea con que el Gobierno ha celebrado el triunfo, este no resolverá en el corto ni el mediano plazos la grave polarización que divide a Venezuela, incentivada en gran parte por un presidente que en lugar de unir y conciliar, más bien confronta a sus conciudadanos. ¿Divide y reinarás?Tras diez años en el poder, y considerando que Chávez ha amenazado con iniciar la tercera etapa de su revolución bolivariana, bien vale señalar cuáles son las urgencias del vecino país.En lo político, es claro que la prioridad del régimen será llevar a cabo la Constituyente para aprobar, además de la reelección ilimitada del presidente, gobernadores, alcaldes y diputados, una serie de cambios que no pudo hacer en la fallida reforma de hace dos años. Chavistas y no chavistas deberán prepararse para ese proceso de refundación que pretende liderar el presidente quién sabe por cuántos años más. De otro lado, Venezuela no supo aprovechar el alza de los hidrocarburos para resolver los graves desbalances de su economía, a pesar de su abundante producción. Un país cuyos ingresos dependen en un 93% del petróleo sigue dependiendo de las importaciones y soporta serias brechas sociales y productivas que trata de encubrir con un aparato estatal paralelo, sometido al chavismo.