Por la recesión mundial, la demanda agregada de bienes finales está disminuyendo aceleradamente y, consecuentemente, se reduce fuertemente el consumo de recursos naturales, como el petróleo y los metales.Por ello, los inventarios se acumulan pese a que los productores están recortando su explotación. Por ejemplo, el inventario de cobre en el London Metal Exchange se ha cuadruplicado en los últimos ocho meses, desde 115,000 a 491,000 toneladas. En similar periodo, el del zinc se ha triplicado desde 110,000 a 342,000 toneladas.Tal evolución ha provocado una contracción intensa de sus precios, curso que seguirá en el corto plazo. Ello afecta negativamente al Perú por el lado de su principal sector exportador y contribuyente del fisco, el minero, mientras se alivia algo por el petróleo pues importa buena parte de lo que consume.Afortunadamente, en el largo plazo se proyecta una figura opuesta. Una vez que la economía mundial franquee el largo trance de la recesión, la demanda global por recursos naturales tomará un impulso extraordinario que superará el último ciclo expansivo. Tal giro se potenciará porque, en esta etapa recesiva, la inversión será mínima y la oferta no podrá, luego, aumentar rápido pues los proyectos demoran varios años para desarrollarse.Así, los precios de los metales registrarán niveles formidables y el Perú debe gozar, entonces, de una base firme tanto para lograr su progreso, como para ahorrar para los tiempos ingratos, como los actuales.Con el precio del petróleo sucederá algo similar a lo referido para los metales. Ello será perjudicial para el Perú, de no descubrirse nuevos yacimientos importantes, tal como ha acontecido en los últimos 35 años. El precio del hidrocarburo alcanzará precios extraordinarios, por el agravante de haber ya rebasado el punto máximo o "peak" del petróleo, que anticipó el geofísico M. King Hubbert, cuando el costo promedio de explotar cada barril adicional es cada vez más caro.La minería peruana sabrá reaccionar, en tanto las normas legales se mantengan y, mejor, si cuentan con contratos de estabilidad tributaria. En cuanto al petróleo, el Estado, que sostenemos con la tuya y con la mía, debe jugar un rol promotor más activo, pues la independencia y seguridad energética son claves para el desarrollo. Para tales objetivos, asimismo, es necesario continuar con las exploraciones de gas, la expansión racional de los biocombustibles, los proyectos hidroeléctricos, y el fomento de energías renovables como la solar y eólica que, a 200 dólares el barril de petróleo, serán alternativas rentables.