Continúan los anuncios de medidas adicionales al Plan Anticrisis del Gobierno, y como en el caso de la construcción de viviendas, nuevamente se trata de incentivos tributarios, en esta ocasión para las empresas que brinden capacitación a sus trabajadores. El proyecto se encuentra en elaboración, según ha indicado el ministro de Trabajo, Jorge Villasante, por lo que todavía se pueden evaluar los pro y los contra.Independientemente de las dificultades que causaría a la Administración Tributaria la puesta en ejecución de incentivos de este tipo, y principalmente la reducción de los ingresos fiscales, es preocupante que el Gobierno continúe analizando nuevas propuestas cuando ya tiene un Plan Anticrisis de cuya implementación no se está informando adecuadamente. Sería oportuno que se brinden a la opinión pública avances quincenales o mensuales de los gastos en los que se está incurriendo. Más aún cuando los efectos de la crisis internacional ya han empezado a hacerse sentir, por lo menos desde hace dos meses. Por ejemplo, el PBI de noviembre registró el crecimiento más bajo de los últimos 31 meses y el empleo en los sectores construcción y comercio, que son los que han liderado la expansión reciente de nuestra economía, cayó 2.4% en el último trimestre en Lima. El Gobierno debería optimizar su tiempo concentrándose en las medidas que ya tiene en agenda y buscar la forma de que los recursos se gasten eficientemente. Hay que tener en cuenta que un Plan Anticrisis tiene un horizonte de corto plazo, mientras que procesos como la capacitación o la reconversión laboral son de mediano plazo, de modo que incluirlos dentro del mismo contexto no es lo más recomendable.Quizás el retorno de Luis Carranza al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) sirva para afinar el Plan Anticrisis y hacer que su ejecución no sea sinónimo de improvisación ni de filtros, como los que existen en el gasto social (S/. 30 millones diarios). También es preciso recordar que Carranza no ha sido proclive a la concesión de incentivos tributarios y aunque durante su primer periodo en el MEF fue reacio a reconocer que la crisis externa afectaría al Perú, se preocupó por mantener las cuentas macroeconómicas en orden.