El año que acaba será, sin duda, recordado por los peruanos por varias razones. Ha sido un buen año en términos de crecimiento y empleo, a pesar de la crisis mundial. Incluso registró una tasa récord (9.4%, según estima el MEF) en 14 años y es la más alta de la región.También porque el Perú fue sede de dos cumbres (ALC-UE y APEC) que permitieron poner a nuestro país ‘en vitrina’ para la inversión y para ganar mercados. Asimismo, porque se logró el ansiado grado de inversión en la calificación de riesgo crediticio soberano. Por el TLC con China, entre otros. El 2008 también quedará en la memoria porque fue el año en que estalló la crisis financiera en EE.UU. y desató la crisis mundial más severa desde la Gran Depresión de 1929.Lo sorprendente fue que, por primera vez, en 40 ó 50 años, esta crisis global encontró al Perú mejor preparado, al punto que estamos entre las economías cuya inflación, a pesar de estar muy por encima (6.75%) del límite alto del rango meta (3%), fue de las más bajas en el mundo. Tampoco se registraron efectos mayores en la liquidez y el crédito y la economía siguió galopando. Salvo la aparición de un déficit en la cuenta corriente (3.2% del PBI) después de cuatro años en azul, los fundamentos macroeconómicos demostraron estar sólidos.No obstante, hacia el último trimestre, luego del estallido de la crisis mundial, el rápido contagio de Europa, Japón, e incluso China, dejó una enseñanza: que no hay ‘desacoplamiento’ entre las economías desarrollas y las emergentes, como se había empezado a creer.En el ámbito interno, la lección también llegó. El ‘blindaje’ de nuestra economía, que con entusiasmo muchos proclamaban, se vino abajo cuando en menos de un mes los precios de los minerales cayeron alrededor de 45% y el mercado bursátil se desplomó; la recaudación del Impuesto a la Renta de empresas cayó 24% en noviembre; y se tuvieron que gastar cerca de US$ 6,000 millones de reservas para evitar una devaluación traumática. El Gobierno aceptó la realidad y anunció un Plan Anticrisis de S/. 10 mil millones, que está bien orientado, aunque su éxito dependerá de la eficacia y rapidez en su ejecución. Pero se necesitará mucho más: que el sector privado siga apostando por la inversión. Aún así, en el 2009 extrañaremos este año que ya termina.
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