Más de veinte años han transcurrido desde que se descubriera el gas de Camisea y ayer, por fin, el presidente Alejandro Toledo pudo ordenar que se abriera la válvula de salida para que dicho hidrocarburo llegara a Lima a través de un gasoducto de 700 kilómetros.Los beneficios que esta obra generará serán de tal magnitud que ayer el ministro de Energía, Jaime Quijandría, no dudó en señalar que la historia del Perú se dividirá en antes y después de Camisea.Uno de ellos fue explicado por Toledo, en su discurso, cuando destacó que el impacto de Camisea en esta primera etapa (la extracción y el transporte a Lima para su distribución industrial y comercial) haría crecer en un punto porcentual el Producto Bruto Interno (PBI), como efecto inmediato."Si tenemos una economía de 60 mil millones de dólares, estamos hablando de que están garantizados 600 millones de dólares por 33 años", explicó.Agregó que a ello debía sumarse otro punto de crecimiento en el PBI por la exportación del gas, durante 18 años, a partir del 2007.