Sobre la minería se difunden una serie de dogmas que no admiten réplica. Recientemente, una asociación de alcaldes de Lambayeque se jactaba de haber desterrado a una minera y así evitado que el río Zaña "se contamine". ¿Sabrán que el complejo minero más antiguo del país fue construido por la cultura Sicán, entre 750 y 1150 d.C. en Batán Grande? Al parecer, tampoco estas autoridades se preocupan por la ausencia de plantas de tratamiento de aguas servidas en sus jurisdicciones, primer punto que verifican las certificadoras del Global G.A.P. a las agroexportadoras.Esto no es un problema para estos alcaldes que sentencian: "La minería no puede convivir con la agricultura". Tampoco se enteraron que hubo dos regiones que se han disputado violentamente el canon minero que proviene de dos minas: una inaugurada en 1957 y otra en 1979, tiempo suficiente para haber matado a la agricultura de estas dos regiones, según su "dogma".Otro "dogma" es que la minería es fuente de corrupción, basados en los horrores cometidos en Sierra Leona y la extracción de diamantes. Habría que leer los estudios sobre el tema, como el de Petermann, Guzmán y Tilton (2007), que concluyen que los países con mayores exportaciones de petróleo suelen ser más corruptos que aquellos con menores exportaciones. Pero en la minería de metales básicos, como nuestro país, existen dos factores que determinan el efecto de la minería sobre la corrupción: el nivel de desarrollo del país (según su ingreso per cápita) y el tipo de mineral explotado.Ese estudio concluye de que aquellos países cuyo ingreso per cápita anual es menor a US$3.200, un incremento en la actividad minera tiene asociado un mayor nivel de corrupción. Pero cuando los países superan dicho umbral, la corrupción tiende a disminuir. Respecto de los distintos minerales producidos, el estudio concluye que mientras mayor sea el valor por unidad de peso del producto en cuestión, mayor será su efecto sobre la corrupción. Un tercer "dogma" es que la minería no ha traído desarrollo. Sin embargo, no se cuestiona el análisis de Macroconsult (2008) sobre el impacto económico de la minería, donde se afirma que su crecimiento ha evitado que al menos dos millones de personas se encuentren en situación de pobreza. Según el estudio, los distritos mineros comparados con los no mineros tienen 3,7% menos de analfabetismo, un año más de esperanza de vida y 4% menos de desnutrición infantil. Esto se debe a que un miembro de un hogar en un distrito minero tiene 35,7% más de ingresos que su similar en un distrito no minero.Concluyendo, la riqueza mineral no es suficiente ni necesaria para el desarrollo económico. Pero la minería responsable, unida a una administración pública eficiente, con mecanismos efectivos de regulación y control, puede hacer que el Perú pase de ser un líder latinoamericano en exploraciones mineras a un líder en producción minera. Necesitamos construir doce Antaminas para esto, señaló María Chappuis, consultora independiente.