La ampliación de la cobertura se dio a través de compromisos de inversión o señales de rentabilidad. Esa reforma cumplió su objetivo y amplió una oferta eléctrica deficitaria, pero actualmente eso ya no es suficiente. El proceso de los noventa privilegió lo urgente, y dejó sin atender la necesidad de expandir el parque eléctrico. Más del 54% de la generación eléctrica está en manos del sector privado, que no tiene incentivos suficientes para realizar inversiones. La reforma de la década pasada se basó en simular un mercado que hoy permite formar los precios a partir de la interacción entre demandantes y ofertantes eléctricos, pero con intervenciones del regulador en la determinación de las tarifas. Esta intervención ha generado controversia por el divorcio entre los precios fijados por el regulador y los costos reales de la generación eléctrica, lo que ha conllevado a que los generadores cuestionen la discrecionalidad del regulador. Aunque también es justo decir que el problema se encuentra en el marco regulatorio y no en el regulador. Actualmente tenemos una situación de precios volátiles pero rentables (que es el mercado de los generadores) frente a precios más estables pero bajos (mercado regulado). Este escenario no promueve inversiones. La regulación debe incentivar la formación de un parque eficiente donde los actores inviertan en un mercado seguro. Si seguimos postergando las inversiones nuevas, se generará un escenario donde ciertos generadores obtendrán sobreganancias en perjuicio de los consumidores. Se requiere mejorar la formación de precios en el mercado regulado vía subastas de energía, en las que competirían los actuales generadores y los nuevos actores. La decisión de los precios debe estar en sus manos. Así, el postor ganador aseguraría el financiamiento de su inversión. La propuesta es que los generadores no sean discriminados en la formación de precios, pues ellos decidirían en qué sistema quieren estar . La sequía ha reflejado la fragilidad del sistema eléctrico. Si la demanda sigue creciendo, no sería raro que se presente una crisis como la del 2004. Por ello, urge impulsar un programa de inversiones que permita tener un parque eléctrico suficiente y eficiente, que se sustente en señales positivas de mercado y en las decisiones de privados. Para lograrlo no hace falta modificaciones sustanciales en las normas actuales, señala Sergio Bravo Orellena de Esan.