LECCIONES DE LA NUEVA RELACIÓN ENTRE EL ESTADO Y EL LIBRE MERCADO
6 de octubre de 2008

Todo indica que la crisis financiera en Estados Unidos marcará un antes y un después, pero no solo en la historia de esa potencia mundial. Y es que, como concluyó la Mesa Redonda que organizó El Comercio sobre el tema, tan grave coyuntura podría redefinirlo todo, desde la relación Estado-libre mercado hasta la correlación de fuerzas en el espectro político internacional.Nuestro país deberá valorar estas tendencias --aún confusas sin duda-- ante esa suerte de péndulo que peligrosamente ha funcionado en América Latina y que ha llevado a la región de un modelo económico a otro totalmente opuesto y radical, con las consecuencias que ello puede acarrear en la estabilidad democrática. En principio, como expresaron los expertos en nuestra Mesa Redonda, si bien la crisis financiera ha puesto en entredicho los alcances del capitalismo y el papel del Estado, ello no implica mirar hacia posiciones estatistas y nacionalistas, sino hallar nuevos puntos de equilibrio.¿Pero qué significa buscar el punto de equilibrio? En principio, reconocer que el libre mercado no significa ausencia estatal, sino presencia de un Estado promotor de la inversión privada interna y externa, así como un mejor comportamiento de los actores económicos y financieros.Como señalamos en nuestras Propuestas para una Agenda de Gobierno, el modelo social de mercado no es la panacea, pero puede constituirse en el camino seguro y ordenado de la economía, siempre que las fuerzas productivas respeten las reglas para una competencia eficiente, equitativa y sobre todo generadora de riqueza en beneficio de la inclusión.Bajo este contexto, la crisis de Estados Unidos revela la necesidad de los sistemas de transparencia en el marco del libre mercado y lo inadmisible de la aplicación de decisiones irresponsables, como fue mantener una política monetaria de bajas tasas de interés y actitudes de consumo irracionales. Como se señaló en la Mesa Redonda, algunos analizan ya la posibilidad de refundar el capitalismo --concepto planteado por el premier inglés Gordon Brown-- para evitar coyunturas como la que estamos viviendo, en las que campea una preocupante desconfianza en el sistema y una recesión mundial de consecuencias aún insospechadas, a pesar del paquete de rescate bancario que aprobó el Congreso estadounidense. De otro lado, y así concluyó la Mesa Redonda, la política exterior de EE.UU. resulta inviable e insostenible.Habría que preguntarse si después del colapso financiero, EE.UU. seguirá reconocido por su hegemonía mundial o si las economías más grandes de Europa, como Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, reducirán aun más su dependencia de Norteamérica. En principio, los líderes políticos de esos países acaban de acordar que trabajarán corporativamente para enfrentar las consecuencias de la crisis bancaria, lo que significa que la Unión Europea es un bloque sólido en el contexto de la globalización. Como en Europa, América Latina debe asimilar las lecciones de una coyuntura que demuestra que si bien las crisis económicas son cíclicas, se pueden encontrar salidas de orden técnico, a través de políticas consensuadas, que no pongan en riesgo la gobernabilidad democrática.