El mundo atraviesa una semana crucial, tras el sorpresivo rechazo del Congreso de Estados Unidos al plan de rescate financiero que presentó el gobierno de George Bush. Y es que, fuera de cualquier consideración seudonacionalista, lo que suceda en EE.UU. y en Wall Street, el corazón financiero de Nueva York, repercute inevitablemente en el resto del planeta, en mayor o menor grado.A la peor caída histórica del índice Dow Jones siguió el desplome de las principales bolsas del mundo, incluidas las latinoamericanas. Sin embargo, como señalan los expertos, el Perú está mejor preparado que otros países para resistir los embates de la crisis internacional, pero ello no significa que seamos inmunes a ella.Corresponde al Gobierno y a los agentes económicos adoptar una actitud de realismo y de prudencia para tomar las medidas que nos permitan mantener la tendencia de crecimiento y evitar que las grandes mayorías se vean afectadas en su poder adquisitivo. Efectivamente, la esperanza del mundo es que los congresistas estadounidenses reflexionen para volver a debatir y aprobar sin politiquería un plan de salvataje modificado, con lo que puedan empezar a devolver la confianza al mercado. Empero, tomará mucho tiempo reponerse de esta situación que ha remecido las bases mismas de la economía de mercado, poniendo en evidencia sus flaquezas, al punto que se ha requerido una decisión tan intervencionista del Gobierno de EE.UU. y de otros más allá del Atlántico, contagiados por Wall Street. Tanto los gobiernos de Inglaterra como de Irlanda, Bélgica y Japón, entre otros, han tenido que acudir en apoyo de la banca privada para evitar la debacle del sistema.En América Latina los efectos se han sentido principalmente en las bolsas de México y Brasil, más conectadas al sistema estadounidense. En el Perú, a la espera de urgentes acciones en el Congreso de EE.UU., los expertos recomiendan tomar precauciones en varios sentidos. Por un lado, se espera una menor presión inflacionaria, debido a la previsible baja del precio del petróleo y de insumos agrícolas básicos, como el maíz. Sin embargo, es evidente que estamos ad portas de un ciclo recesivo mundial que afectará a Estados Unidos y otros principales destinos de nuestros productos como China y Europa. Por tanto, tenemos que prepararnos para una baja en nuestras exportaciones, lo que obliga a diversificarlas y abrir nuevos mercados a través de tratados de comercio bilateral.En lo fiscal, es importante que el MEF se interese en replantear el presupuesto, ante la baja de tributos y canon, pero ello no debe significar un frenazo a nuestro ciclo de crecimiento, sobre todo si consideramos la necesidad de invertir en infraestructura para mejorar nuestra competitividad y generar confianza internamente.En suma, hay que preocuparnos sí, pero sin caer en la ola pesimista que abate al mundo. Visto el contexto global, contamos con una economía fuerte, basada en el manejo de un modelo responsable y regulado, que debe seguir siendo complementado con planes estratégicos de inversión y exportaciones que creen empleo.