Durante los últimos meses se ha intensificado el debate acerca de los orígenes de la nueva inflación. Nos habíamos acostumbrado a estar por debajo del 3% anual de incremento de los precios. Ahora nos situamos alrededor del 6%. Lo críticos del Banco Central de Reserva (BCR) insisten en que el ente emisor es el único responsable. El BCR en cambio sostiene que la inflación es importada. Ambas posiciones no son irreconciliables. Lo que sucede es que si les hacemos caso a los críticos, lo que podemos causar es una recesión. Algo absurdo en este momento de nuestra historia económica. Los críticos del BCR no aceptan la explicación de la inflación importada. La consideran una excusa. Porque saben que la inflación es esencialmente un fenómeno monetario. Si los precios de los alimentos o de los combustibles importados suben, dicen, solo habrá inflación si hay dinero en los bolsillos para comprar los productos más caros. Y tienen razón. El alza de precios que proviene del alza de los precios internacionales se valida porque hay más dinero en los bolsillos. La solución monetaria sería que se seque la liquidez, que se restrinja el consumo haciendo más "caro" el dinero, que se pare el crecimiento para que baje la demanda y la gente no pueda comprar lo que tiene relación con lo importado.