En Puno se viene suscitando un grave fenómeno que podría repetirse en otras partes del país, y que debe merecer la atención prioritaria de las autoridades antes de que estalle otro conflicto social. Sucede que las lluvias irregulares y las heladas prematuras han dañado grandes extensiones de pastos. Se afecta así a más de medio millón de cabezas de ganado, casi el único patrimonio y el medio de subsistencia de cientos de miles de pobladores rurales.Por lo pronto, la escasez de alimento los ha obligado a vender masivamente su ganado cuando ello es posible. El resto clama por ayuda de emergencia para dotarlos de forraje y poder salvar lo que constituye la base fundamental de su modo de vida. Y, de no actuarse con prontitud, podría producirse una grave crisis social y migratoria que podría rebasar los límites de una región que tiene ya suficientes problemas. Se trata de un problema recurrente que demanda soluciones sistémicas y de amplio alcance. Pero, de momento, con la urgencia debida las autoridades regionales de Puno deben dejar de lado cualquier agenda politiquera o ideológica para coordinar con el Gobierno Central un plan de contingencia social y agrícola ante las inclemencias y desvaríos del clima, cada vez más frecuentes por el efecto invernadero.