El envío del Presupuesto de la República 2009 al Congreso ha vuelto a poner en evidencia una verdad indubitable: la de mejorar la eficiencia y la calidad del gasto público, más aun ahora que el Ejecutivo ha dicho que aumentará las partidas a los gobiernos regionales y locales, en una suerte de descentralización del gasto público.Esta necesidad se hace más urgente ante lo incierto del contexto internacional y el continuo incremento de la inflación, realidades que han obligado al Gobierno a actuar cautelosamente con el aumento del gasto público. Pero también si se considera que uno de los talones de Aquiles de nuestra economía ha sido y es la falta de gestión en la aplicación de proyectos de inversión.En este sentido, resulta positivo que la propuesta enviada al Congreso ponga mayor énfasis en los fondos de inversión concursables. Ello generará que las autoridades regionales y municipales se preocupen por sustentar proyectos de inversión más técnicos, que respondan a las necesidades de sus jurisdicciones y contribuyan a un crecimiento sostenido. Pero más aun, debe contemplarse que garantizar la transparencia es requisito sine qua non para evitar que la inflación se eleve. Como hemos señalado antes, un Estado que asigna una creciente participación presupuestal a las entidades que cumplen con su función y la disminuye a las que incumplen está en la ruta de convertirse en un aparato estatal moderno y eficiente. Por ello, es muy adecuado el objetivo de ampliar la cobertura de los presupuestos por resultados. Otra inclusión positiva es que el presupuesto 2009 proponga medidas de ahorro, que van desde economizar energía hasta combustible en las entidades del Estado. La llamada ecoeficiencia en el gasto se complementa con otras medidas de austeridad positivas, como la puesta en marcha del postergado proceso de compras corporativas obligatorias en bienes y servicios. Asimismo, todo indica que con este presupuesto el Gobierno ha optado efectivamente por modular el gasto, manteniéndolo dentro de los niveles del presente año, pero sin recortarlo excesivamente, lo que podría congelarnos.Habrá que seguir con cuidado el debate que este presupuesto genere en el Congreso, en el que debe primar el enfoque técnico más que el político. Recordemos que el año pasado la orientación fue incrementar la inversión pública, lo que abonó a favor de la reducción del déficit de infraestructura que sigue siendo un obstáculo no superado que frena nuestra competitividad nacional. Este año, en cambio, la orientación es otra: se mantiene la inversión, pero se reduce el ritmo de la ejecución del gasto. Como ha señalado el ministro Luis Valdivieso, se la modula para impedir que se gasten los recursos a la misma velocidad con la que se ha venido haciendo. Si en el 2008 la inversión en gastos de capital fue de 22,3% del total, en el presupuesto del 2009 esta se mantendrá en 22,5%. La pregunta, sin embargo, es cómo se pretende alcanzar esa meta, por lo que sería conveniente que se explicara con claridad. Asimismo, será necesario que el debate defina qué rubros son los que se privilegiarán en materia de inversión e incluso si no se debería transferir parte del aumento propuesto en el gasto corriente a mayor inversión.Desde una perspectiva técnica, tendrá que considerarse lo significativo de la reducción en el servicio de la deuda, que demuestra el buen manejo en las obligaciones con nuestros acreedores.