No queda otra alternativa. El Gobierno tiene que apoyar la puesta en marcha del bono de chatarreo, pero no solo para taxis, sino también para las unidades de transporte público más antiguas, a fin de que sean renovadas por otras nuevas y que utilicen combustibles más ecológicos.La realidad ha demostrado que la medida es positiva. Es más, ha funcionado bien en otros países, con un parque automotor mayor al nuestro y evidentemente más moderno. Recordemos que el 75% de la flota de Lima tiene más de 15 años.Preocupa por eso que el bono para los taxis, establecido en diciembre del año pasado, no se haya aplicado aún por falta de financiamiento, un problema sobre el que se alertó oportunamente.Sin embargo, ahora que el Ministerio de Transportes ha decidido conducir las revisiones técnicas en el país, el siguiente paso debería ser acelerar la puesta en marcha del plan de chatarreo. El proceso no tiene que ser violento, pero tampoco puede seguir postergándose. A fines del próximo año se implementará el nuevo sistema de buses a gas, troncales y alimentadores del futuro corredor segregado de alta capacidad, que exigirá la racionalización del tránsito y el retiro de los obsoletos y contaminantes buses y combis.Adicionalmente, el Gobierno tiene que hallar una salida a la descabellada norma que autorizó la importación de vehículos usados. Pero lo más importante es que llegue a acuerdos con los transportistas, para que a través de asociaciones o convenios empresariales vendan tres o cuatro de sus vehículos a cambio de uno nuevo.