LOS EMPLEADOS PÚBLICOS DEBEN CUMPLIR LA LEY Y LOS ACUERDOS
29 de agosto de 2008

Por el bien del país y de los millones de pacientes y enfermos que no pueden esperar, debe ponerse fin al tira y afloja entre el Ministerio de Salud y los gremios médicos. Y si al primero hay que exigirle afinar su política de comunicación, mejorar los canales de diálogo y cumplir sus promesas previas, los segundos deben entender que, como todos los peruanos, están obligados a acatar la ley sin pretender absurdos privilegios.Efectivamente, es escandaloso que los médicos amenacen con hacer otra nueva huelga si se les obliga a cumplir una jornada laboral de seis horas. ¿Y qué dirá el resto de trabajadores, empleados y obreros que, como manda la ley, tienen que trabajar ocho horas por lo menos?Hay, en el fondo, un error de perspectiva e interpretación de los galenos, así como un hacerse de la vista gorda por parte de los gobiernos, que viene desde muy atrás. Resulta que la Ley del Trabajo Médico, que data de finales del primer gobierno aprista, aprobó un régimen ya bastante excepcional de seis horas para los médicos, con una óptica demasiado concesiva, quizá para evitar nuevas paralizaciones y justificar los escasos aumentos de remuneraciones. Así, se acordó que cuatro de las seis horas se destinasen a consulta externa y dos para actividades sanitarias de carácter asistencial, como interconsultas, visitas y juntas médicas, actividades de promoción y prevención, procedimientos quirúrgicos, docencia, capacitación, etc. Sin embargo, en la práctica estas dos horas fueron asumidas por muchos médicos como tiempo de libre disposición, lo que distorsionó aun más la ya polémica norma.De lo que se trata ahora es de restaurar el orden y la eficiencia en el sector, para satisfacer a millones de pacientes que deben esperar largas horas, días y meses, para que se los atienda, lo que es injusto, indigno y atentatorio contra su salud y su vida. Claro que hay que buscar medios para mejorar las remuneraciones de todos los empleados públicos, incluidos los médicos, según las posibilidades del fisco pero también de acuerdo con la capacidad y los méritos de los trabajadores. Lo que no puede aceptarse es que un sector como el de los médicos exija, y menos por la fuerza, que se les permita disfrutar de prebendas y privilegios totalmente inequitativos e ilegales.