GRAVES CONSECUENCIAS DE LA IMPREVISIÓN
8 de agosto de 2008

Se había alertado y ocurrió: debido al sostenido crecimiento económico, al que se agrega la falta de lluvias para las hidroeléctricas, se ha creado una seria crisis energética, de imprevisibles consecuencias.No solo se habla ya de racionamientos y de desaceleración económica por no poder satisfacer la demanda industrial, sino también de alzas de tarifas eléctricas a todo nivel, lo que evidentemente promueve un clima de inseguridad en todo sentido.Al centro de todo el complejo problema está la falta de previsión a la hora de negociar el diámetro del ducto transportador del gas de Camisea. Y no se puede achacar toda la responsabilidad al gobierno de transición, que finalmente apostó por el gas y negoció cuando las expectativas económicas eran totalmente distintas a las de hoy.También deben asumir la propia los regímenes posteriores, pues el crecimiento económico y la mayor demanda de energía se empezó a consolidar desde el 2004. Y, como se advirtió desde varios frentes, con la debida anticipación debió haberse dialogado con las empresas involucradas para afrontar el problema y ampliar el ducto.Ahora no podemos llorar sobre la leche derramada y hay que tomar decisiones. Según ha anunciado ayer el ministro de Energía y Minas, Juan Valdivia, el problema debe resolverse en agosto del 2009 cuando con la ampliación del ducto se pueda pasar de la actual capacidad de 290 millones de pies cúbicos actuales a 380 millones de pies cúbicos.Para ello, ha dicho también el ministro, Transportadora de Gas de Perú (TGP) está en pleno proceso de licitación de equipos para las obras de ampliación del gasoducto. Adicionalmente, se obligará a las empresas termoeléctricas a utilizar el sistema de ciclo combinado, para que no usen solo turbinas a gas sino también de vapor, de modo que se pueda afrontar mejor cualquier imponderable.Esperamos que estos anuncios se lleven a la práctica, sin más dilaciones. Sin embargo, no podemos olvidar la lección: Hay que actuar antes, precisamente para evitar los graves problemas que hoy confrontamos, y no esperar que estos nos exploten en la cara.Ello implica reperfilar la política energética, considerando los recursos existentes, sobre todo el gas, así como las expectativas de crecimiento y la demanda presente y futura por satisfacer, tanto la industrial como la doméstica.