El exceso de confianza puede generar exceso de entusiasmo. Y como el Perú todavía se encuentra lejos de ubicarse en el mejor de los mundos, lo recomendable es mantener la prudencia y, por supuesto, hablar claro. Las autoridades que tienen a su cargo el manejo de la política económica así lo han entendido y los mensajes que difundieron la semana pasada lo ratifican. No es posible crecer a tasas muy elevadas si los fundamentos macroeconómicos aún no están listos para sustentarlo y si existe el peligro de un rebrote de la inflación.Es saludable, además, que el presidente Alan García haya suscrito las declaraciones en ese sentido del nuevo ministro de Economía Luis Valdivieso y del presidente del Banco Central de Reserva Julio Velarde. La tarea de convertir en realistas las expectativas demasiado optimistas de los agentes económicos va a ser ardua y por esa razón debe acometerse con el mismo grado de coordinación y la coherencia en el mensaje percibidos la semana pasada.El manejo de las herramientas de política económica para alcanzar tal objetivo debe ser también consecuente, sobre todo en el delicado tema del gasto público, pues algunos analistas han advertido sobre los riesgos que ocasionaría una reducción del mismo. Ello debido a que para ampliar el crecimiento potencial del PBI (actualmente entre 7% y 7.5%), se requiere seguir invirtiendo en infraestructura productiva, motivo por el cual la desaceleración tiene que focalizarse en acciones como, por ejemplo, afinar el gasto público corriente, mejorar la eficiencia del gasto social y redimensionar el consumo privado.