Finalmente, se logró lo que parecía casi imposible y el pasado mes de mayo alcanzamos los dos dígitos en crecimiento del empleo formal urbano: 10% en comparación con igual mes del año anterior, según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE).Podría haber factores estacionales, pero estos no explican por sí solos este histórico incremento. Además, estas cifras son compatibles con las de otros reportes privados como el MEMO (Medición y Monitoreo) y el índice de gestión del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP).No hay que ser mezquinos para reconocer que esto no es gratuito. Han confluido aquí el gran esfuerzo del Gobierno por mejorar el clima y las condiciones para la inversión, así como el compromiso más acusado del sector privado para aceptar el reto de hacer empresa y ser más competitivos.Solo así hemos conseguido 71 meses de crecimiento continuo, sobre todo en los sectores comercio (15,9%), servicios (10,2%), extractivo (8,8%), industria (8%) y transportes y comunicaciones (7%). Pero, no podemos dormirnos en los laureles, pues queda aún mucho por hacer para remontar los aún notables niveles de desempleo y de empleo informal. Por lo pronto, los ajustes a las leyes de microempresa y pequeña empresa apuntan a mejorar el dinamismo y la formalidad de este tipo de organizaciones, con lo que sus empleados podrían ser más y gozar de mayores beneficios. Para crecer necesitamos también un clima de consenso y de estabilidad política. Y, dentro de las prioritarias políticas de descentralización e inclusión, si bien hay que consolidar los programas sociales, es evidente que a largo plazo la política asistencialista debe ser gradualmente reemplazada con empleos dignos para las mayorías, en las zonas urbanas pero también en las rurales.