Por un lado, la demanda de energía eléctrica crecerá este año 11.5%, por encima del 8% esperado. Por otro, la escasez de agua -por la falta de lluvias y la reducción de los glaciares- disminuye la cantidad de energía que pueden generar las hidroeléctricas, de las cuales depende el 58% de la electricidad que se consume en el país.Si a esas circunstancias se suma que las centrales térmicas a gas natural -que producen el 33% de la energía-no pueden aumentar su producción porque el ducto de Camisea ha llegado a su tope y ya no puede transportar más fluido gaseoso, tenemos como resultado el grave riesgo de desabastecimiento energético que tendrá que afrontar el país entre setiembre y noviembre de este año. Así, en el mejor de los casos, los meses de estío podrían traer consigo la reducción de las reservas de energía y dificultar el abastecimiento de energía, y, en el peor, obligaría a que se restrinja el suministro eléctrico en el país.