Es una cuestión de soberanía y de derecho al crecimiento y al desarrollo en la que no podemos transar de ninguna manera. Por ello, saludamos que el canciller José Antonio García Belaunde haya reafirmado que el Perú no supeditará su política comercial a la ciega oposición de Bolivia.Por lo pronto, es positivo que se insista explorando mecanismos legales en el seno de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), donde la postura del Ecuador ha variado adecuadamente. Ahora, los vecinos del norte apoyarían el pedido peruano de suspender temporalmente la vigencia de la Decisión 486, sobre el régimen común andino de propiedad industrial, de modo que podamos implementar y acceder fluidamente a los beneficios del tratado de libre comercio con Estados Unidos.Debemos recordar que en la CAN se ha hecho cada vez más evidente la fractura ideológica entre el Perú y Colombia por un lado, que apoyan principios liberales y de economía social de mercado, y Bolivia y Ecuador, del otro lado, que se adhieren a obsoletas ideologías socialistas, estatistas y hasta confiscatorias.Podemos discrepar de la postura boliviana, pero la respetamos. Cada gobierno es libre de decidir lo que mejor le parezca, de acuerdo con su doctrina y necesidades nacionales. Sin embargo, de allí a pretender interferir o imponer su modelo ideológico a otros países, y de perjudicarlos de modo tan burdo, hay una enorme distancia.Ello revelaría un ánimo inamistoso y perjudicial que no podemos tolerar, pero que lamentablemente parece haberse convertido en la tónica del gobierno de Evo Morales, que previamente ha petardeado las negociaciones con la Unión Europea, ha acusado al Perú de ser colaborador de la CIA y se ha permitido gruesos calificativos para nuestro presidente.El Perú no puede aceptar más injerencias ni trabas del régimen altiplánico, que contradicen una larga trayectoria histórica de hermandad y cooperación entre vecinos tan similares. Por lo mismo, dejando un margen para la reflexión y la sensatez, esperamos que finalmente Bolivia se abstenga en la votación para modificar la Decisión 486. Mas, en caso de que votara en contra, el Perú soberano tiene el derecho y la vía libre para tomar las decisiones más convenientes en su política comercial de apertura y en su TLC con EE.UU., del que se esperan beneficios ostensibles para todos.