El Ministerio de Agricultura ha anunciado que destinará US$1.200 millones en los próximos cinco años con el objetivo de modernizar el agro. Es monumental el reto que asume el sector para dar el esperado cambio de timón que sepulte definitivamente el desastre que significó, hace cuatro décadas, el experimento colectivista y confiscador de la llamada reforma agraria.La principal herramienta para este cambio será la promoción de las asociaciones de pequeños agricultores, que podrán incluso ser financiadas por el ministerio, siempre que se asocien para sumar más de 20 hectáreas. La idea es dejar de lado el improductivo e ineficiente minifundio.Hay un tema polémico, como el D. Leg. 1015, que da facilidades para la venta de terrenos de las comunidades campesinas, que debe ser resuelto para evitar roces y la politización del proyecto que prevé un plan general de compensaciones para la competitividad, como parte del TLC con EE.UU., y un programa Agro Rural, dirigido a agricultores con producción de subsistencia. Saludamos la voluntad del Gobierno de revolucionar el agro, un sector básico para las exportaciones y el empleo. Para ello se necesita un marco legal claro que promueva la gestión eficiente, pero considerando que en muchas áreas se parte de una base ancestral y primitiva.Es importante la participación de los gobiernos regionales, pero también apoyo técnico y una clara política de comunicaciones para involucrar a los campesinos y cambiar la mentalidad estatista por otra de sana competencia y productividad.(Edición sábado).