Como pocas veces en esta legislatura, ayer, a las 10:15 horas, eran 102 los parlamentarios que estaban presentes en el hemiciclo para dar inicio al debate de tres días del paquete de reformas a la Constitución de 1993. La presencia masiva de congresistas, sin embargo, no fue de la mano con la voluntad ni con el consenso político necesarios para dar luz verde a los cambios.Reeditando lo ocurrido en 2003, las discrepancias ideológicas y las jugadas políticas -matizadas por el intercambio de acusaciones y de frases altisonantes entre nacionalistas y apristas- se impusieron y frustraron la discusión de las siete iniciativas de reforma que la Junta de Portavoces -en la que están representados todos los grupos políticos- había acordado incluir en la agenda apenas en la víspera. Así, en contados minutos se vino prácticamente abajo el debate constitucional, el cual -aseguraron anoche- se reanudará esta mañana sin la participación de los 23 nacionalistas. Lo cierto es que, aunque el oficialismo sostenga lo contrario, en este escenario será difícil, sino imposible, que se aprueben dictámenes que requieren el aval de 81 legisladores. El propio Mauricio Mulder lo vaticinó anoche: "El tema pasa a las calendas griegas".