Por segunda vez, y a pesar del compromiso público de su líder Ollanta Humala, la bancada humalista frustró el debate del proyecto de distribución de utilidades en la Comisión de Economía del Congreso.Las explicaciones de los voceros no convencieron a nadie. Por lo mismo, es válido suponer que están ganando tiempo para presionar por modificaciones al proyecto actual, pensando sobre todo en contentar a sus seguidores, dentro y fuera de su bancada.Esto es inconcebible. Ha sido arduo llegar al proyecto actual de utilidades, pero los humalistas insisten en adicionar fórmulas para compensar a regiones, como la de Áncash, que reciben los remanentes de los topes actuales. ¿A cuento de qué? Lo más sensato sería obligar a estas regiones, que ni siquiera saben elaborar proyectos, a administrar eficientemente sus ingentes recursos. El Congreso es el primer poder del Estado, encargado de legislar y fiscalizar, y no un salón de negociados politiqueros para repartir recursos según convenga a ciertos grupos y sus socios. Estas son prácticas aberrantes de un pasado oprobioso, que ha costado mucho desterrar en democracia, y que no pueden aceptarse más. (Edición sábado).