Desde el 2005, el precio mundial del petróleo ha tenido un crecimiento irrefrenable que literalmente está haciendo temblar al mundo. Y parece que no se detendrá. El viernes marcó un récord de US$139 por barril y ello ha generado que las profecías que anunciaban que llegaría a US$150 hacia finales de este año y más de US$200 en un par no sean vistas más como parte de la ciencia ficción o del juego especulativo con el que disfrutan espantarnos algunos economistas, sino como una amenaza real. Hace un mes, el banco de inversión más grande del mundo, Goldman Sachs, se sumó a los profetas más radicales y aseguró que era probable un salto hasta los US$200 en los próximos dos años. ¿Sus razones? Hay una crisis energética mundial que está llegando al límite, sobre todo por la falta de suministro. Esto se está haciendo notar y por ello existe la necesidad de racionar la demanda en los mercados más consumidores, como Estados Unidos y los países de la costa atlántica europea.