A pesar de que los gobiernos regionales y locales disponen de un canon minero poderoso --en el 2007 ascendió a 5.157 millones de soles--, sus poblaciones no perciben aún los beneficios de esas doradas transferencias económicas, porque las administraciones no saben cómo gastarlas, mediante una gestión eficaz y transparente.El problema no solo radica en la parálisis en la que se hallan tan importantes fondos y en las oportunidades que pierden innumerables poblados, sino también en el mal uso de esos recursos en proyectos pintorescos y extravagantes, a costa de la postergación de otros realmente vitales en la lucha contra la pobreza.Eso pone en evidencia dos cosas: la clamorosa falta de criterio técnico de los funcionarios responsables de la administración del canon, y la responsabilidad del Ministerio de Economía en la capacitación de las oficinas de inversión pública de los gobiernos locales y regionales.Hoy los pocos funcionarios que son capacitados por el MEF son cambiados o despedidos por municipalidades y regiones, generalmente porque se prioriza criterios políticos a los técnicos, lo cual interrumpe cualquier esfuerzo planificador. A ello se suman autoridades que se niegan a continuar las obras de sus antecesores, bajo el prurito de que "todo lo pasado fue malo".¿Qué hacer? Debe frenarse la alta rotación de técnicos en regiones y municipalidades, y enfrentar el problema de la falta de cuadros en el sector público, incluyendo lo de sus remuneraciones.En lo inmediato, debe intensificarse la capacitación técnica antes que los fondos se malgasten y la frustración de miles de peruanos se extienda más. Finalmente, hay algo que el Gobierno debería explicar a los beneficiarios del canon: no toda la vida el precio de los metales será alto, ni el canon minero tan sustancioso como lo es hoy.