El escenario es peculiar: por primera vez en décadas debemos tener una normal transferencia democrática sin tener como telón de fondo una crisis económica traumática. Y por primera vez contamos con una ciudadanía entrenada para detectar la corrupción y con un Acuerdo Nacional con políticas multipartidarias macro. En fin, por primera vez en mucho tiempo tenemos muy claro que se dan las condiciones para que el próximo presidente pueda, por fin, sacar al Perú adelante.Sin embargo, no creemos prudente iniciar aún la carrera electoral. Lo que sí es urgente es empezar a marcar mejor la cancha. Por ello hace poco planteamos un primer paso: un Gabinete aceptado por la ciudadanía y capaz de ofrecer la tranquilidad necesaria para un proceso electoral ordenado.Lamentablemente, el reciente nombramiento de nuevos ministros no abona en esta dirección, sino en la contraria.El segundo paso está en manos de los políticos: si buscamos que los ciudadanos elijan coherentemente deben recibir propuestas coherentes.Estas deben de basarse no en personas, como ha sido lastimosamente tradicional en nuestro país, sino en esquemas sólidos de gobierno debidamente sustentados y apuntalados por equipos con capacidad técnica y probidad ética para poder cumplirlos.El tercer paso exige a los políticos y los partidos tomar conciencia de la necesidad de unirse por doctrinas y planteamientos afines, en concertaciones o frentes. Solo así el grupo que acompañe al nuevo presidente podrá darle el cimiento político compacto, organizado y numeroso que necesita para afrontar a pie firme los futuros problemas y crisis intrínsecos al cargo, y asegurar la gobernabilidad.Sin embargo, no es aún momento de especular sobre la formación de tal o cual frente, pero sí de que los partidos y movimientos reflexionen y dialoguen sobre la necesidad futura de unirse. Llegar a ser presidente del Perú tiene que dejar de ser una timba -casi como llegaron Fujimori y Toledo-. Debe ser la culminación de un largo período de preparación política durante el cual los partidos actúen con desprendimiento y responsabilidad, el candidato aprenda cómo gobernar y concertar, y los electores conozcan cómo se desempeña este en la función pública. Miremos entonces con recelo a los independientes, 'outsiders' y advenedizos aprendices de caudillo. Muchos dirán que lo que planteamos es utópico. Pero ese es precisamente el reto: tener clara la meta, por muy alta que sea.El escenario se redondea con el Congreso y las autoridades electorales que deben generar con urgencia una serie de modificaciones al marco normativo. También con los medios de comunicación, especialmente los populares, a quienes cabe fiscalizar el comportamiento de los candidatos y frentes y, en especial, sus populacheros ofrecimientos.(Edición domingo).